Entre madera y textiles: 50 años de artista
Nazco entre madera, entre textiles, entre tejido. Mi mamá era tejedora y anticuaria, mi papá era contador y tenía una pequeña fábrica de muebles, mi abuela hacía la lencería para las novias, pues una vez que cayó la época del oro verde y las haciendas, ella se vio obligada a trabajar y le encantó ser una mujer independiente. Yo tengo ese bagaje. También tenía una tía predilecta, mi tía María, que hacía ropa infantil. Por todo esto desde muy jovencita hago mi propia ropa.
He tenido la dicha de cumplir 50 años de artista, que sólo se vieron deliciosamente divididos cuando me dediqué de lleno a ser mamá. Esta división, en la que mi arte fue hacer albóndigas, panes, ver tareas y trabajar de dibujante en una fábrica de muebles Marbol, ayudaron al acompañamiento de mis hijos, a que ellos lograran sus sueños. Fui espectadora de su proceso y lo sigo siendo. Ellos tomaron sus decisiones: “amar lo que hacen”… Quizá esta sea la herencia que pueda dejarles. Mis tres maravillosos hijos son lo mejor que tengo, son obras maestras de ellos mismos. Mario, que es investigador médico, Alejandro, que es compositor y director de orquesta y Fernando, que vive en Boston y es artista visual. Sus esposas, mis nueras, también son muy talentosas, Silvana es arquitecta de restauración de edificios y María Eugenia es psicóloga y tiene un laboratorio de tinturas.
Inicié como dibujante, a mano alzada como se hacía antes, sin computadoras. Fue una etapa muy hermosa, porque siempre el dibujo ha sido mi columna vertebral. Sin dibujo no hacemos nada. Todo en la vida, si nos fijamos, es dibujo. Antes de escribir, dibujamos. Sólo falta ver esto en las cuevas primitivas, en los niños, en la geografía de la misma tierra.
Después de mis años como dibujante y como mamá ―ahora sí sin interrupciones durante los últimos 25 años― regreso de lleno al arte y retomo la pintura y la escultura. Fui la primera mujer aceptada en el Centro Estatal de Bellas Artes como talladora de madera. Tallaba figuras, rostros, cuerpos. Es un trabajo arduo, que requiere constancia y dedicación, que demanda mucho tiempo.
Al ir a Bellas Artes, abandono todo y hago mi propia ropa, de puros retazos. Así empecé a vender entre las jóvenes; antes nunca había pensado en comercializar algo así, porque yo lo consideraba una obra de arte. De hecho, hacía el vestuario para las obras de teatro de la escuela, cosa que hago ahora para el teatro profesional.
En mi trabajo como artista inicié pintando sobre textiles. Hacía sábanas con cartas de amor y textos poéticos; antes hice rebozos que mandaba a Guatemala. Luego empecé a dibujar con la aguja… Un día copié a una persona que estaba enferma y acostada en su cama y me di cuenta de que ese dibujo quedó idéntico a la persona. Ahora hago ternos con escenas costumbristas, de lo que hace la gente en una vaquería, de lo que hacen los abuelos con la crianza de los nietos, de la milpa, las semillas, los cítricos, de lo que puede contarnos un huipil. Al ver personajes de hilos que están haciendo actividades como las que podemos hacer todos, realmente el sentimiento es de una ternura inigualable. Eso ha despertado en mí ese deseo de querer seguir.
En el 2007, en la Galería de la UADY, fue mi primera exposición de obra bordada en lienzos. La expongo y se vende toda la obra. Desde entonces no he dejado de exponer.
Ahora, todas mis piezas son únicas. No hay dos de ninguna. Puede haber hormigas, de diferentes telas; chiles habaneros, que me piden mucho; abejas meliponas, porque el mundo se acabaría sin las abejas. En algunas tienen acentos específicos, en otros son protagonistas de la obra.
Una inspiración tremendamente humana
“La inspiración llega, pero te tiene que encontrar trabajando”, no lo digo yo, lo dice Picasso. A veces de un error sale un cubismo, de una técnica de azul y rosa sale toda una era azul y rosa. Así yo he tomado el ejemplo de la gente que ama su trabajo.
Todos mis temas son tremendamente humanos. Mi primera exposición fue sobre el sueño, la segunda, que se llamó “Refugios entretejidos”, fue la culminación de 11 años de trabajo con refugios para mujeres víctimas de maltrato extremo, y trató sobre todo tipo de refugios, como el que nos proporciona el alcohol, o la evasión, todo esto se plasmó en 39 obras que se vendieron todas.
He trabajado para la tercera edad, con nueve años de documentación en diferentes países, como Italia y Francia, observando sus costumbres, analizando la vejez en ese primer mundo y en nuestro tercer mundo. Antes el viejo era el sabio, hoy son muy pocos los que tienen la dicha de permanecer hasta sus últimos días en el seno de una familia que los ame.
He trabajado también con mujeres en prostíbulos, siguiendo a varias de ellas que salieron del refugio para víctimas del maltrato. Me llamó la atención la conducta humana, de lo que estás huyendo y el camino que eliges. Con esto hice una exposición que empezó aquí en Mérida, en el MACAY, y que ha estado en Francia, Dinamarca, Guatemala, Oaxaca y Chiapas. En esta exposición los dibujos magistrales fueron de Gabriel Ramírez ―él dibujó, yo bordé― y el que hizo la entrevista fue el antropólogo Christian Rasmussen, y de ahí surgió un libro hermoso.
Trabajo también con comunidades, que es trabajar con tintas, con lo ancestral. Tengo alumnas que salieron de maquiladoras, donde sólo eran un número de serie, mal pagadas, y que ahora con el arte ganan más y tienen mejor calidad de vida.
Hago ropa y cada vez viene más gente que se entera de voz en voz. Hago pasarelas anuales, exposiciones en diferentes partes del mundo, ahora trabajo en una que habla sobre la vida y la muerte. También he participado en bienales. Vivo para el trabajo, pero es una vida también de muchas satisfacciones, porque trabajo con seres humanos, con sus dolores, con sus ampollas, con sus enfermedades. He trabajado con niños con cáncer, con hombres, mujeres y niños que nacen con el VIH, he trabajado con madres maltratadas, con mujeres que se han practicado abortos.
El arte no juzga, el arte sólo expresa, y expresa verdades. He hecho sábanas parlantes, trabajando con mujeres que bordaron su “No es no”, que decidieron hacer cambios en su vida para ser respetadas. Porque antes de querer ser amado, uno quiere ser respetado, antes de que yo me enamore de ti, te tengo que respetar, te tengo que admirar. Creo que el mundo puede rezurcirse, hilvanarse, podemos hacer un mundo en el que no respondamos a la violencia con más agresiones.
El textil, un ser viviente y cambiante
El textil es un ser viviente, que va cambiando, se va amoldando a los climas, a las edades, se va adecuando a los cargos y contextos en los que nos encontramos. Esa es la riqueza del textil, esa amalgama que, llevada al arte, encuentra su riqueza en desear ser tocado. La gente por lo regular quiere tocar ―y hacen bien―, quieren tocar las fibras, sentirlas y palparlas.
Al caer las haciendas y sublevarse los indígenas, para congraciarse con ellos la alta sociedad comienza a hacer reuniones para vestirse con los ternos y darles un ingreso a las mujeres a través del bordado. En esta época se hacen verdaderas joyas, que hoy todavía se conservan a través de hermosos ternos.
Ahora existe la producción industrial, donde las maquiladoras maltratan y explotan a la gente, donde tienen horarios controlados para todo. Se trata de una esclavitud contemporánea. Yo, por otro lado, he notado que las personas que tienen afinidad por el arte, gustan de vestirse diferente. Diferente al contexto de nuestra ciudad, que actualmente tiene más influencia americana, pero antes tenía mucha más influencia europea. Esto lo vemos sobre todo en la arquitectura, con casas minimalistas. Antes, incluso al viajar, la gente investigaba sobre el país que iban a visitar, se impregnaban de su cultura, permanecían en el lugar más allá de sus sitios turísticos. Ahora no hay tiempo para esto, vivimos un mundo más deprisa, somos un número de serie de una camisa, de un vestido.
Incluso con la ropa de las etnias sucede lo mismo, y debemos de tener mucho cuidado. Una cosa es tomar el patrón arquitectónico de un huipil para expresar mi mirada de artista, tomándolo como lienzo, y otra cosa muy diferente es comprar uno para llevarlo a otro país para maquilarlo y venderlo. Se trata de la riqueza natural de las comunidades, que realizan a mano y pedal.
Próximas Exposiciones
Recientemente, el día 23 de agosto, se presentó mi libro “Retrospectiva de una aguja” en la Cineteca Armando Manzanero, y el día 25 en el Museo Nacional de Antropología, en la Ciudad de México y, posteriormente, en Sonora.
En pandemia estudié curaduría y gestión de arte, y ahora voy a hacer mi primera curaduría que se llamará “Batallas interiores”, donde somos 10 mujeres y tendremos a Georgia Charuhas como artista invitada.
También estaré en la bienal WTA en Xalapa. Esta vez el tema es “Respirar, nuevos aires”. Hice una blusa hermosa que se va a presentar ahí, porque también la ropa es una obra de arte.
Igualmente, el 19 de noviembre, tendremos una presentación en Miami y una pasarela de Moda, Arte y Cultura.
Resumen de eventos:
- Del 19 de noviembre al 17 de febrero de 2023: Curación realizada en el marco de la WTA bienal textil, por la artista Yosi Anaya. Jardín de las Esculturas. Instituto Veracruzano de Cultura. Xalapa Veracruz, México.
- Noviembre 2022: Moda, Arte y Cultura.
- 23 febrero 2023: “Batallas interiores”, CAV (Centro de Artes Visuales colectiva).
El arte no juzga, el arte sólo expresa, y expresa verdades. Creo que el mundo puede rezurcirse, hilvanarse, podemos hacer un mundo en el que no respondamos a la violencia con más agresiones.
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