Las hermanas Socorro Cerón Herrera y Luz del Carmen Cerón Herrera —conocida en el medio como Carmita Cerón—, han dedicado toda su vida a la danza, siendo responsables de la formación artística de cientos de bailarinas a lo largo de casi 75 años de funcionamiento de la Escuela de Danza Socorro Cerón.
Ver sus rostros iluminarse al recordar anécdotas y escuchar la emoción en sus voces al contarnos fragmentos de su gran historia de vida —que difícilmente puede contenerse en algunas páginas—, nos ha hecho viajar a lo profundo de la naturaleza humana, donde la disciplina, el arte, la constancia, el amor y la dedicación absoluta hacia el propósito de vida, demuestran que, como ellas mismas afirman tras su largo camino recorrido, los sueños se hacen realidad.
Socorro Cerón: los inicios de la Escuela Cerón, en el patio de su casa
“La escuela la inicié, en mi casa, con mis hermanitas y mis vecinas —nos cuenta doña Socorrito, con una sonrisa en el rostro al recordar los comienzos, tantos años atrás, de lo que hoy es una de las escuelas de danza más importantes de Yucatán—. Desde que comencé a tomar clases de danza le pedí a mi papá que pusiera una barra en la terraza, para continuar ensayando los ejercicios que hacía en la escuela, entonces invitaba a mis vecinitas a tomar clase, y a mi hermana Carmita, a quien hice muy elástica desde que nació, porque la abría y la giraba, la levantaba y la estiroteaba toda…” —ríen ambas hermanas al recordarlo.
Desde muy niña, en la primaria, Socorrito hacía bailables en la escuela e inició en la danza con la maestra Lichi Loza, quien motivó a su alumna para que se inscribiera a la Escuela de Ballet de Bellas Artes. “En esa época, era don Santiago Burgos Brito el director —recuerda Socorrito—, y después estuvo don Juan Duch Colell, que estaba llegando de Rusia desde donde trajo muchas cosas muy novedosas, y es el director con quien mejor me comuniqué, porque le llamó la atención mi interés en montar coreografías, así como el gran avance técnico que teníamos.
“Fue Juan Duch quien empieza a realizar las gestiones para el ballet, a traer música de Estados Unidos —continúa Socorrito—; y cuando le dije que quería montar El lago de los cisnes, él mandó a pedir las partituras y nosotros la bailamos con la Orquesta Sinfónica de Yucatán, en el Teatro Colonial”.
“Yo hice de bufón y de cisnecito” —agrega Carmita, recordando.
“La escuela la inicié, en mi casa, con mis hermanitas y mis vecinas” ―nos cuenta doña Socorrito, con una sonrisa en el rostro al recordar los comienzos, tantos años atrás, de lo que hoy es una de las escuelas de danza más importantes de Yucatán.
Primeras generaciones en Bellas Artes
Tiempo después, como maestra en Bellas Artes —pero sin dejar de tener su academia propia—, Socorrito graduó a la primera generación de ocho bailarinas, entre las que se encontraba su hermanita, Carmita Cerón.
“La segunda generación fue de 12 alumnas —explica Carmita—, fue cuando se dio el auge de la danza en Bellas Artes, y Socorro montaba presentaciones como La bella durmiente, El cascanueces, El lago de los cisnes… fue cuando tuvo gran impulso Bellas Artes, con mi hermana al frente.
“Lo tengo que decir —sonríe Carmita—, pero el espíritu de alguna rusa se incorporó al cuerpo de mi hermana. En ese entonces no había videos para copiar y, aun así, las coreografías, los pasos, las secuencias, la argumentación y la dirección, si bien no llegaba completamente al nivel de las rusas, jurarías que los copió mi hermana de algún video por la técnica y calidad que teníamos”.
Alicia Alonso: un sueño hecho realidad para Socorro
“Soñaba con Alicia y con sus éxitos —rememora Socorrito—, incluso fui a Cuba creyendo que ella daba las clases, y cuál fue mi desilusión al descubrir que ella estaba presentándose en Nueva York”.
Socorrito tuvo la oportunidad, no sólo de conocer a Alicia, sino de trabajar con ella y con bailarinas de Cuba y Rusia. “Tuve el honor, el gusto de verlas, de platicar con ellas… mis sueños se hicieron realidad, porque conocí a las mejores bailarinas del mundo.”
Siendo directora del Teatro Peón Contreras, Socorro Cerón lo inauguró con la presentación del ballet de Alicia Alonso y sus bailarinas rusas, con El lago de los cisnes. “Fueron funciones de teatro llenas —sonríe Socorrito—, un sueño realizado el abrir un teatro tan lindo con la presentación de Alicia Alonso”.
“Tuve el honor, el gusto de verlas, de platicar con ellas… mis sueños se hicieron realidad, porque conocí a las mejores bailarinas del mundo.”
Socorro Cerón
De la academia de danza “Nelly Cetina” a la escuela de danza “Socorro Cerón”
“Cuando inicié mi academia, le puse el nombre de Nelly Cetina, en honor a mi maestra” —explica Socorrito.
Tiempo después, en 1962, Socorrito se traslada a la Ciudad de México con su esposo y la academia, ahora escuela, queda en manos de su hermana Carmita, quien no bajó el nivel en ningún momento, sino que, por el contrario, continuó sumando éxitos y resultados, a pesar de que en ese entonces tenía tan sólo 17 años.
“Para mí era una responsabilidad tremenda —nos cuenta Carmita—, pero me encantaba tanto la danza que no dudé en aceptar el reto, aunque le dije muy firmemente a mi hermana: la escuela ya no se va a llamar Nelly, se va a llamar Socorro Cerón, en honor a mi hermana, quien fue mi única maestra desde el día en que nací hasta que me gradué”.
Imagen: Carmita Cerón y Socorrito Cerón.
Carmita Cerón: más de 60 años al frente de la escuela de danza
Desde ese momento, Carmita continuó preparándose, viajando y aprendiendo en países como Estados Unidos, España, Cuba, México, en disciplinas como el folclore, tahitiano, español, hawaiano. Socorrito regresaba periódicamente a Yucatán, a entregar los reconocimientos a las alumnas y a supervisar los trabajos de la escuela.
“En ese entonces no existía la incorporación a la Secretaría de Educación —explica Carmita— y mis programas eran dirigidos por la Nacional de México, y las niñas que terminaban su enseñanza recibían su diploma firmado por los gobernadores, por el cariño y reconocimiento que nos tenían”.
Posteriormente, con todo el proceso realizado con éxito, la Escuela de Danza Socorro Cerón se incorporó a la SEP, con el número 17.
En 1962, la escuela estaba físicamente en la colonia Alemán, pero, en 1983, se trasladó a la colonia Cupules, donde se mantiene hasta hoy, con 70 niñas practicando danza en este curso escolar.
“No he dejado de documentarme, de incorporar a nuevas maestras y, si Dios me da salud, sigo teniendo deseos de seguir por muchos años más” —afirma Carmita Cerón.
Disciplina y formación para la vida
Actualmente, la Escuela de Danza Socorro Cerón tiene las disciplinas de gimnasia, ballet, contemporáneo y jazz. “Son cuatro disciplinas que van de la mano —explica Carmita—, la gimnasia da elasticidad, el ballet la perfección corporal, el jazz la destreza en los movimientos, y el contemporáneo la fortaleza del cuerpo. Después de Bellas Artes, la escuela que sigue en mejor técnica es la de Socorro Cerón”.
El ambiente de familia, de unión, es algo también propio de esta escuela de danza. “No hay maestra que haya pasado por la escuela, que se haya ido con un problema —cuenta Carmita agradecida—. De hecho, por la calidad, casi todas las maestras que se han ido es porque se las llevaron a Bellas Artes”.
“Fuimos la primera escuela, aunque ahora ya lo hace también Bellas Artes, en integrar diversas disciplinas, como ballet con contemporáneo o jazz”. Ahora hay mucha mejoría con las chicas que se gradúan de Bellas Artes, salen con muy buena técnica, y más con la Licenciatura de Danza Clásica, pues estas generaciones luego abren sus academias y continúan con la enseñanza. El mejoramiento ha sido muy bueno” —comenta Carmita.
Adaptarse a las nuevas generaciones: un reto importante
“Mi reto más grande en la dirección —nos cuenta Carmita— ha sido poder llevar la relación con los papás y con los maestros, para darle a cada uno el lugar que merece, y también mantenerme actualizada en conocimientos para poder corregir o supervisar.
“Antes no pasaba tanto, pero ahora tengo que tener el 100% de paciencia —continúa—, a nosotros nos educaron de una forma muy distinta a la actual. Ahora hay que tener mucho más cuidado en la forma de hablarle a las niñas, no con la rigidez de antes, para corregirlas. Pero es importante que sepan que, cuando hay disciplina, hay disciplina. Cuando hay juego, me pongo de cabeza con ellas, porque hay mucho cariño y eso es lo más importante, pero no debemos de perder nunca la disciplina”.
Precisamente la disciplina ha caracterizado a la Escuela de Danza Socorro Cerón, y se ha vuelto un sello que distingue a todas sus egresadas. La puntualidad, el uniforme, el peinado, la limpieza de las zapatillas… es algo que Carmita cuida mucho en cada una de sus alumnas.
“Hablé con los papás para que, si las niñas olvidan alguna de sus cosas, tengan que pagar de su ‘gastada‘ una ‘multa‘ de 200 pesos, que luego yo les regreso a los papás, pero que sirve para que aprendan el valor de cuidar sus cosas. Las cuerdas, las zapatillas, cuestan mucho dinero, y es importante que las niñas aprendan a valorar y cuidar sus cosas. Dicen que soy muy exigente a veces, pero es educación y es importante para ellas”.
Carmita Cerón: yo soy muy feliz, gracias a la danza
“La danza es la felicidad para el cuerpo, para la mente, para vivir. La danza te deja alegre, feliz, te deja disciplina y una forma diferente de vivir. Papás, no se arrepientan de llevar a sus niñas a practicar algún deporte, disciplina o arte que las favorezca en cuerpo y mente.
“Yo soy muy feliz gracias a la danza”.
“La danza es la felicidad para el cuerpo, para la mente, para vivir. La danza te deja alegre, feliz, te deja disciplina y una forma diferente de vivir…”
Carmita Cerón