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Fomento a la lectura, octubre 2024
October 23, 2024
Fomento a la lectura

Pan de cazón

Carlos Martín Briceño

 

Campeche. Nada más con decir en voz alta el nombre de esta ciudad amurallada evoco los viajes familiares en automóvil desde Mérida por la antigua carretera: las ruinas mayas que, de repente, aparecían imponentes, a lo lejos, como difuminadas entre el perenne verdor de la selva baja yucateca; las voces recias de los vendedores becaleños cuando, detenido el automóvil a causa de los topes, se amontonaban junto a las ventanillas para ofrecernos sus albos y relucientes sombreros de jipijapa.

      Recuerdo también el sabor naranjoso del pan de Pomuch al deshacerse suavemente en mi paladar de niño y la sensación de peligro que nos invadía al llegar a las curvas de Castamay, que advertían la proximidad de nuestro destino.

      Pero, por encima de todo, recuerdo el prodigioso sabor del pan de cazón que desayunábamos sobre la calle ocho, frente a la Puerta de Mar, en la popular lonchería de Puga, adonde mi padre nos llevaba tras haber finalizado el trayecto en carretera.

      Aquel pan, que no es un pan sino una torre de cuatro o cinco tortillas untadas con frijol refrito, rellena de carne de cazón guisado y a la que se baña con una espesa salsa de tomate sofrita con cebolla y chile habanero, era la recompensa perfecta para mi apetito viajero. Recorrer a pie el centro de San Francisco de Campeche, entrar en la catedral dedicada a la Purísima Concepción, hacer una visita temprana a los sempiternos fuertes o darse un chapuzón en la piscina del legendario hotel Baluartes, todo eso podía esperar. Nada era más importante que arribar con Puga y comenzar el día devorando aquel humeante pan de cazón cuya esencia ha quedado atrapada eternamente en mis papilas gustativas.

 

 

(Crónica incluida en el libro Cocina yucateca. Crónicas de mi infancia y recetas de mi madre. CDMX, Editorial Ficticia/Sedeculta, 2024). 

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Instagram: @carlosmartinbri

“Pero, por encima de todo, recuerdo el prodigioso sabor del pan de cazón que desayunábamos sobre la calle ocho, frente a la Puerta de Mar, en la popular lonchería de Puga”.

Carlos Martín Briceño

 

El Yucatán de Manzanero

¿Por qué, en los medios de comunicación, se menciona casi siempre a Manzanero como “el compositor yucateco”, resaltando, antes que su nacionalidad, su patria chica? ¿Por qué, en México, nadie ignora el origen regional del artista? ¿Por qué en 2016 fue nombrado embajador de Mérida, Capital Americana de la Cultura? ¿Por qué pueden encontrarse obras de grafiteros en los que aparece el rostro del cantautor junto a símbolos del estado como el faisán, el venado y la pirámide de Kukulkán? 

Sin duda por el orgullo con que, en todo lugar, a la menor provocación, se proclamaba yucateco. A diferencia de la mayoría de los peninsulares que se mudan a la capital del país, Manzanero jamás abandonó la entonación característica de la región, uno de los elementos distintivos de la cultura yucateca […]

Manzanero encarnó como pocos al yucateco orgulloso de su tierra, su historia y su cultura. La abuela maya, la musical lengua que aprendió antes que el español, la trova que su padre ejecutaba, la ciudad en que aprendió a cantar y amar, el mar y el paisaje peninsulares, la sabrosa comida regional… Todo ello, si bien no estaba presente en las letras de sus canciones, sí lo estaba en sus conciertos, en sus programas de radio y televisión, en las entrevistas que concedía y en las historias que plasmó en sus dos libros de Remembranzas. Además, el cantautor hizo parte de su imagen la filipina blanca y, sobre todo, el sombrero de jipi, prendas del traje de gala del mestizo yucateco.

Manzanero nunca dejó de viajar a su tierra. No solo para ver a su familia. También iba para comer un buen frijol con puerco, dormir la siesta en una hamaca, salir de pesca, preparar un maakuum, departir con parientes y amigos queridos… Estas experiencias, junto con la brisa marina, una puesta de sol en la playa, el canto del chiik por la mañana o el croar de los sapos después de la lluvia, nutrían su espíritu sensible.

(Fragmento de Armando Manzanero, ed. de Alberto Tovalín, Mérida, Sedeculta, 2023).

“Manzanero encarnó como pocos al yucateco orgulloso de su tierra, su historia y su cultura”. 

Enrique Martín Briceño

 

Club de lectura: Tamán

Hace cinco meses formé el Círculo de lectura Tamán, es híbrido, es decir presencial en Conkal, Yucatán y por Zoom. Sus integrantes son lectores de Mérida, Ciudad de México, Playa del Carmen, Cancún y Guadalajara. Nos reunimos cada mes y medio a compartir nuestra experiencia de lectura, donde lo más importante es lo que el lector siente y lo que lee entre líneas y tras las líneas. Nos interesa que la lectura sea placentera, así como la convivencia. Mientras leen les doy información del escritor o escritora, el contexto histórico y datos sobre la obra. También les entrego una ficha de lectura que es una guía en la sesión y les ayuda a recordar su experiencia con cada libro.

 

 

Muchas veces nos han acompañado los escritores, como la guionista Abia Castillo cuando leímos su libro No me cerrarán los labios. Ahora estamos leyendo Leona de Celia del Palacio y ella estará presente por Zoom, será una rica charla donde platicaremos de su novela. La reunión en esta ocasión será virtual el día 14 de octubre a las 6 p. m. ¡Te invitamos!

Desde hace veinticuatro años impulso la lectura en niños, jóvenes y adultos y cada círculo, cada sesión o evento en el que nos reúnen los libros es un verdadero gozo, muy significativo para todos. 

Sofía Orozco

 

LOGOS FILEY LOGRA 2024

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