SURGE LA SOCIEDAD ARTÍSTICA “JOSÉ RUBIO MILÁN”
En agosto de 1974 fallece el eminente pianista José Rubio Milán y con él se va toda una tradición en la enseñanza del piano en Yucatán que provenía directamente de Franz Liszt, pues Rubio había sido discípulo de José Viana da Motta, a su vez discípulo directo del genial pianista húngaro.
En Yucatán, se dio un desarrollo extraordinario de la enseñanza del piano, en pocas entidades se puede hablar de haber tenido tres líneas principales de la enseñanza del piano. La cubana, traída por José Jacinto Cuevas y continuada por sus descendientes; la húngara, impulsada por la academia de Rubio Milán; y la alemana, introducida por Emilio Puerto Molina, a su regreso de estudiar en Londres con Egon Petri. Estas tres escuelas pianísticas tuvieron una cordial rivalidad, y todas ellas produjeron brillantes pianistas que destacaron tanto a nivel local, como más allá de nuestras fronteras. Al morir Don José Rubio, la enseñanza de su academia continuó bajo las lecciones de sus hijas Flora Inés y Ana Magdalena. Entre los discípulos destacados de José Rubio Milán debemos señalar a Rafael Villa y Castilla, María Rivas García, Libertad González Villanueva y Noemí Zapata Espinosa. Esta última llegó a ser pianista de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Virginia, en EUA.
Los inicios de la sociedad artística
Cuatro años después del fallecimiento de Don José Rubio, corrió una inquietud entre un grupo de gente que, en su mayoría, habían sido sus discípulos, la de formar una agrupación que impulsara la cultura en lo general, y la música, en lo particular. Para tal fin, se cita a una junta en casa del Mtro. Rubio Milán, en su biblioteca, y se toma el acuerdo de fundar la Sociedad Artística “José Rubio Milán”. Así, en agosto de 1978, en la misma biblioteca, se lleva a cabo el acto protocolario en el que queda integrada la sociedad. En ella participaron: Nidia Romero de Escalante, Rosa María Patrón Miralles de Álvarez, Elsa Cáceres Ortiz de Sosa, Carmen Pérez Alcocer de Palma, Ofelia Erosa Cámara, Flora Inés Rubio González, Domingo Rodríguez Semerena, Roberto Abraham Mafud, Juan Campos Casares y un servidor. Esta inolvidable agrupación desarrolló una incansable y prolífica actividad por casi dos décadas. Organizó conciertos, concursos de piano, veladas artísticas de variados géneros y muchas actividades más. Hay que señalar con toda justicia que, la piedra angular del grupo fue Ofelia Erosa, pues su casa en la Avenida Cupules, era un verdadero centro de las artes; en ella se impartían clases de piano, de danza clásica, de pintura y hasta de repostería. La casa tenía unos amplios corredores y estaba equipada con una gran cantidad de sillas, por lo que se convirtió en la sede de la gran mayoría de las actividades de la agrupación.
Las actividades de la Sociedad Rubio Milán pronto fueron cobrando gran importancia. Tuvimos la estancia en esta ciudad de un gran violinista, Alejandro de la Vega, el cual se acercó a la agrupación, con la intención de hacer un concurso; al mismo tiempo, el Sr. Alberto Bulnes adquirió y restauró la hermosa casona “El Pinar” y la puso amablemente a disposición de la Sociedad Rubio Milán. Con el concurso de Alejandro de la Vega, la Sociedad Rubio Milán llevó a cabo en El Pinar una serie de conciertos de música de cámara que hicieron época. Otro importante evento creado en el seno de la Rubio Milán, fue la entrega de la Medalla “José Rubio Milán” destinada a premiar a las personas que hubieran llevado a cabo acciones de importancia en el campo de la cultura y las artes. Esta presea fue recibida por personajes de la talla de Fernando Castro Pacheco, Enrique Gottdiener Soto, Mercedes Heredia Nicoli, Jorge Ignacio Rubio Mañé, Alfredo Aguilar Alfaro, Libertad González Villanueva, y otros más de esa misma categoría en la cultura. Tal vez la culminación de las actividades de la Sociedad Rubio Milán fue la creación del Otoño Cultural, en 1983.
Surge el Otoño Cultural
En la década de los 80, se establece una profunda comunicación entre Mérida y Xalapa, esto se debió a que un grupo de yucatecos estaba estudiando en la Facultad de Música de la universidad veracruzana. Además, un gran músico yucateco era catedrático ahí, Carlos Marrufo Gurrutia. Domingo Rodríguez y un servidor, pasamos en esa época muchos veranos en Xalapa, y establecimos relación con alumnos y maestros de la Facultad de Música. Aprovechando esa circunstancia, presenté a la junta de la Rubio Milán un proyecto para conmemorar los ciento cincuenta años del natalicio de Johannes Brahms. El proyecto consistía en una serie de conciertos, invitando para ello a músicos de Xalapa. El festival se llevó a cabo en el Teatro del Seguro Social y tuvo una duración de una semana. El programa quedó conformado de la siguiente manera: Lunes, Enrique Márquez, pianista concertista, presentó una noche de sonatas para piano de Brahms; martes, actuación del Quinteto de Xalapa, dirigido por el Mtro. Ernesto Tarragó; miércoles, Sonatas para violín y piano de Brahms, por Ernesto Tarragó y Laura Sosa; jueves, sonatas para piano de Brahms, por el pianista Alejandro Corona y el viernes cerró el programa Patricia Castillo, con un recital de música barroca en clavicémbalo. Fue un gran evento.
Al terminar el festival, la última noche, se acercó el Mtro. Jorge Esma Bazán, director del recién creado Instituto de Cultura de Yucatán y solicitó a los integrantes de la Sociedad Rubio Milán su autorización para que, de forma oficial el Otoño Cultural fuera auspiciado por el ICY y conservara el nombre que la Rubio Milán le había puesto. Con la anuencia de todos, el año siguiente, 1984, el Otoño Cultural fue presentado como un evento oficial del Estado de Yucatán, cómo hasta la fecha lo es. Por último, el 21 de marzo de 1985, la Sociedad José Rubio Milán llevó a cabo un concierto extraordinario para conmemorar los trescientos años del natalicio de Juan Sebastián Bach. El evento se llevó a cabo en la iglesia de El Jesús. En el programa tomaron parte, en primer término, la Orquesta de Cámara de la UADY, interpretando un concierto para violín de Bach, como solista actuó la violinista Lupita Puga con el Tercer Concierto de Brandemburgo, como solista al piano el Pbro. Roberto Caamal Casanova. Después, actuó el coro de la Iglesia del Divino Redentor, de la Colonia Pensiones, dirigido por el propio Pbro. Caamal, que interpretó varios corales de Bach. Cerró el programa el mismo Pbro. Roberto Caamal, interpretando al órgano varios corales de Bach, y terminó su actuación con la Tocata y Fuga en Re Menor, también llamada “La Grande”.
Con todas estas actividades que impulsaron los miembros de la Sociedad Artística “José Rubio Milán”, este grupo dejó profunda huella en la cultura de Yucatán.
“Esta inolvidable agrupación desarrolló una incansable y prolífica actividad por casi dos décadas”.