Los conciertos que trajeron las miradas del mundo a Yucatán
El Otoño Cultural hecha raíces
Una de sus primeras acciones de trascendencia fue solicitar y obtener de la Sociedad Artística “José Rubio Milán”, su anuencia para retomar el Otoño Cultural ―que los miembros de la sociedad habían creado como una actividad musical― y redimensionarlo con visión mucho más amplia, abarcando todos los aspectos de las artes. En manos de Esma, este festival otoñal se convirtió en un pequeño Cervantino local. Además de música incluyó teatro, danza, conferencias magistrales, exposiciones y muchas actividades más. Le dio una dimensión sin precedentes y lo convirtió en un gran festival general de la cultura. Además, muy pronto le adhirió el carácter de ser un homenaje a grandes figuras locales de la sociedad erudita yucateca. Cada año, tuvo una dedicatoria y rindió un homenaje a compositores, pintores, escritores y otros miembros destacados de la comunidad cultural yucateca. Al Otoño Cultural se unieron la Primavera Cultural y el Festival de Teatro “Wilberto Cantón”, dando un impulso sin precedentes al movimiento cultural en el estado.
Cuatro grandes, cuatro conciertos
Cuatro actividades que se pueden calificar como históricas marcaron la cumbre de la gestión de Jorge Esma en el timón de la cultura. Éstos fueron los conciertos llevados a cabo en la zona arqueológica de Chichén Itzá. El primero de ellos fue el 20 de abril de 1997, en él se presentó el tenor italiano Luciano Pavarotti y se designó como “Voces en Chichén Itzá”. El segundo se efectuó el 3 de octubre de 2008 y la estrella fue Plácido Domingo; éste se conoció como “El Concierto de las Mil Columnas», por usar ese templo como fondo del evento. El 31 de octubre de 2009 se efectuó el tercer concierto, con la actuación de la cantante Sarah Brightman, a éste se le designó como “El Concierto de la Pirámide”, al usar la pirámide de Kukulcán como escenario. El cuarto y último concierto se efectuó el 3 de abril de 2010 y la estrella fue Elton John, se le designó como “Noche con Sol”. Estos eventos tuvieron una trascendencia extraordinaria a nivel mundial, las crónicas de los conciertos llenaron las páginas de los rotativos nacionales y hasta de fuera de nuestro país.
La asistencia más numerosa la tuvo el concierto de Pavarotti, pues reunió la friolera de diecisiete mil personas. Al evento asistieron grupos muy bien identificados con sus países de origen, pues se les veía entrar con sus banderas. Al tenor italiano lo acompañaron en su actuación la soprano italiana Carla María Izzo y el flautista, también italiano, Andrea Grimelli. El acompañamiento musical corrió a cargo de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes dirigida por el húngaro Janos Acs. El programa fue integrado por arias de conocidas y gustadas óperas, canciones napolitanas y, finalmente, canciones populares. Pavarotti cerró el programa con la gustada canción O Sole Mío y el público emocionado encendió las llamas de sus encendedores, que brillaron en la noche mientras eran agitados en el aire. La ovación logró que Pavarotti concediera un encore, que fue nada menos que Granada, del inmortal Agustín Lara. Digno broche de oro para un evento de clase mundial.
Plácido Domingo no había cantado en Yucatán en cincuenta años (pues había actuado en el Club Escuela Modelo en 1957, en un homenaje a su madre, la gran cantante Pepita Embil). El concierto de Plácido fue acompañado por la Orquesta Sinfónica de Yucatán y contó con la extraordinaria participación del compositor yucateco Armando Manzanero, que cantó en lengua maya. Antes de la actuación de Plácido, se presentó el Coro Monumental de Yucatán, acompañado de tunkules. Muy significativa fue la actuación del Orfeón Infantil de la Escuela Modelo, que acompañó a Plácido en varios números. El momento más emotivo del concierto fue cuando el tenor interpretó “No puede ser» de la zarzuela española La tabernera del puerto, que dedicó a la memoria de su madre.
Sarah Brightman se presentó espectacularmente al escenario, pues emergió de una rosa roja que girando abrió sus pétalos, de los cuales surgió la cantante, impactante, vestida de blanco. Sarah arrancó tremendas ovaciones con sus interpretaciones de varias partes de El Fantasma de la Ópera, en especial con “The Music of the Night”. El momento culminante de su actuación fue al cantar “Nessun Dorma”, de la ópera Turandot, de Giacomo Puccini, en la que su voz alcanzó un agudo extraordinario.
El concierto de Elton John tuvo un preámbulo accidentado, pues el escenario se derrumbó días antes del evento y tuvo que ser reconstruido en tiempo récord por quinientos obreros. El artista británico se presentó sensacionalmente vestido con un smoking negro con una camisa de color verde encendido. El concierto fue acompañado por la Orquesta Sinfónica de Yucatán así como por el conjunto musical del compositor e intérprete. El público recibió con gran entusiasmo las obras de Elton, pero la máxima ovación se la llevó la canción Flama al Viento, que fue cantada por la multitud con gran entusiasmo.
Gran expectación causó el anuncio de un quinto concierto, y nada menos que de Paul Mc Cartney, pero las terribles descalificaciones de un grupo de arqueólogos hizo desistir al Ejecutivo del Estado del proyecto, lo cual fue muy lamentable, pues estos conciertos dejaron profunda huella en la cultura en Yucatán y trajeron las miradas del mundo a nuestra tierra.
Cuatro conciertos históricos en Chichén Itzá marcaron la cumbre de la gestión de Jorge Esma en el timón de la cultura. Luciano Pavarotti, Plácido Domingo, Sarah Brightman y Elton John trajeron las miradas a nuestro estado.