XII. El teatro en Yucatán en el S. XXI (I)

Yucatán ha tenido una profunda tradición teatral, lo cual no es casual, sino una entrañable herencia de la cultura maya. Desde la época prehispánica, los mayas cultivaron el teatro de una manera tal, que se alcanzó el nivel más desarrollado del teatro griego. Solamente se conserva una gran obra de ese teatro maya, se trata de la tragedia El Varón de Rabinal Achí o Varón de los Queché, pero esta única obra superviviente tiene el nivel del teatro escrito por Eurípides en el S. VII a. C. 

El teatro de evangelización

El teatro fue un elemento determinante en la conquista ideológica del pueblo maya y los grandes conquistadores fueron los frailes franciscanos, que llevaron al pueblo maya el teatro de evangelización, que fue más efectivo y profundo que la espada y los cañones. Las representaciones teatrales de Semana Santa y Navidad, con sus autos sacramentales y pastorelas, fascinaron a los naturales porque en ellos ya existía una profunda tradición por el teatro. Muchos indígenas fueron educados por los frailes en los conventos y muy pronto empezaron a escribir y lo hicieron en su lengua, por eso en Yucatán se dio un fenómeno teatral: los autos sacramentales en lengua maya, y eso, no se dio en ninguna otra parte.

El auge de las salas de teatro

Al iniciar el S. XX, Yucatán vivía la bonanza del auge henequenero, y esto trajo a la sociedad un impulso a la cultura sin precedentes: tierra fértil para el teatro; así, se crearon muchas salas de este arte en Yucatán. En 1900, abre sus puertas el Circo Teatro Yucateco, que presentó grandes compañías extranjeras, principalmente españolas y cubanas. En 1901, el Lic. Roberto Casellas Rivas inaugura en la ciudad de Motul su Circo Teatro de Motul. Muy pronto, en toda la ciudad de Mérida se van abriendo más salas de teatro, en el barrio de Santiago se abre el Salón Apolo; en el centro de la ciudad se abren otras tres: El Teatro Principal, en la calle 60 entre 61 y 59; el Teatro Plaza, en la 61 con 60, a sólo unos pasos del anterior; el Teatro Yucatán, en la calle 63 entre 62 y 64 y en el barrio de Santa Ana, el Salón Encanto, que era teatro y cine. En 1908, abre sus puertas el nuevo edificio del Teatro Peón Conteras, construido por el magnate azucarero cubano Aurelio Portuondo, obra del arquitecto italiano Enrico Deserti. Todas estas salas tuvieron profusa actividad permanente, pues por ellas desfilaron grandes compañías venidas de la capital, de Cuba y de Europa.

Más adelante, a estas salas se agregan otras tres de gran importancia: El Teatro Colonial, en la confluencia de las calles 62 y 57; el Teatro Fantasio, en el rincón del Parque Hidalgo y el Teatro del STIC, en la calle 56 entre 57 y 55. Estos tres últimos, el Yucatán y el Apolo de Santiago, fueron sede casi permanente del Teatro Regional Yucateco, que había tenido sus orígenes en las carpas de las ferias de los barrios, especialmente en Santiago. Este tema, de gran profundidad e importancia, merece un artículo aparte.

Óperas mayas

Hubo sucesos de gran importancia para el teatro yucateco, como las puestas de óperas con temas mayas, en el Teatro Peón Contreras. En 1923, se estrena Kinchí y en 1928 La Xtabay, ambas de Gustavo Río Escalante. Arturo Cosgaya Ceballos, aporta dos óperas más: Xunan Tunich (Mujer de piedra) y Tabaré. Cornelio Cárdenas Samada nos lega: Escenas Itzalanas y Chichén Itzá. Efraín Pérez Cámara escribe: Sueño de Verano y Tzentzontli. El último compositor de óperas con temas mayas fue Fausto Pinelo Río, que escribió Payambé, con libreto del gran poeta Luis Rosado Vega.

Continuará…

«Al iniciar el S. XX, Yucatán vivía la bonanza del auge henequenero, y esto trajo a la sociedad un impulso a la cultura sin precedentes: tierra fértil para el teatro; así, se crearon muchas salas de este arte en Yucatán».