La maldición del anillo es un proyecto de la compañía de Teatro de la Rendija, producida gracias al EFIARTES y al generoso apoyo de Abarrotes Dunosusa como contribuyente. Se trata de un proyecto que se inició antes de pandemia, y continuó haciendo sus giras en la temporada 2022-2023.
La maldición del anillo nos invita a pensar en el poder y en el valor de la vida
Al asomarnos por la rendija del Valhalla, la gran fortaleza que el Dios Wotan (interpretado por Zaab’ Di Hernández) encargó a la estirpe de los gigantes ante el vaticinio inapelable que auguraba la condición trágica del fin de los dioses, nos damos cuenta que Maribel Carrasco (autora de la obra) sintetiza con maestría la esencia que traspasa “el mito alrededor del mito” que inspiró en su momento la saga operística de Wagner: El anillo de los nibelungos –obra en español inspirada en el mito– tiene gran potencial de puesta en escena para infancias y juventudes, cataliza el poder asumir con aplomo la elaboración de un dispositivo itinerante de enormes inflables y colores sostenidos por acuciosos elementos de expresión corporal y un profundo trabajo de texto y de voz.
La fortaleza de la obra de Maribel Carrasco subyace en su autenticidad, no pretende utilizar un aspecto “universal” de la literatura y encontrar así una respuesta determinada de sus espectadores… Con este ánimo el Teatro de la Rendija igualmente no espera esa expectación de quienes asisten a la obra. Con más de 30 años de experiencia en el desarrollo de públicos, la compañía demuestra con este proyecto que es desde la fuerza de lo aparentemente pequeño (el sólo placer por hacer teatro) que emerge la impronta que nos conecta profundamente, en convivio no solamente a infancias y juventudes.
Teatro más allá de la capital y desarrollo de nuevos públicos
Vaticinan autenticidad todos estos esfuerzos, no sólo desde el poder compartir ―parafraseando la lectura del M. Luis Pérez Sabido después de la función del 26 de marzo en la Quinta Montes Molina(1) por el Día Internacional del Teatro―, y en palabras de Samiha Ayoub: “la esencia intrínsecamente vital y humana que da la experiencia teatral”; sino desde aquello que no advertían los estudiantes universitarios bajo los ojos de Elena Garro en la década de 1950, al llevar una obra de carácter “universal” como lo era la de Lope de Vega en su obra La dama boba a públicos que nunca habían ido al teatro (en Coapa), que era precisamente esa vitalidad de lo auténtico lo que traía figuras asombrosas.
De esta manera, la gira por municipios como Motul, Sotuta, Tecoh y comisarías de Mérida y otras localidades, formaron parte nodular de la gestión de un proyecto que desde su inicio se propuso acorde a las políticas de descentralización y gestión de públicos más allá de la capital del estado. De tal forma que el desafío de realización, desde el principio, bajo las condiciones de la pandemia de COVID-19, era generar las bases de producción in situ, así como las gestiones para encontrar un sitio específico como lo fueron las de Paula Rechmann, Socorro Loaeza, Jared Barroso, Delia Rendón y Lucero Flores, por mencionar sólo una parte de la concatenación de esfuerzos que se pueden seguir con detalle en retrospectiva.
¿Y las diosas? Hablar de aspectos humanos sin ánimos universalizantes
Nos dice un espectador de 10 años: “Fue su ambición (la del dios Wotan) la que lo llevó a su destino fatídico”. Al asomarnos por la rendija del universo que constituye La maldición del anillo brota Alberich, interpretado por la actriz Angie Canto, quién ha generado gran empatía entre los espectadores. La obra ha invitado a pensar en el poder, si solamente la belleza (la vida) merece ser amada, así como si la comodidad de las deidades en verdad merece el sacrificio de gigantes y nibelungos; pero también deja abierta la interrogante sobre si la sabiduría de las diosas podría crear un nuevo orden.
De esta manera una compañía, podemos decir, universitaria, por haber nacido en la UNAM, y por sus vínculos tan entrañables con la Escuela Superior de Artes de Yucatán (ESAY) nos invita a un despliegue escénico que ha generado convivio, interés y empatía en una diversidad de entornos, desarrollando públicos desde aquellos vasos comunicantes de la experiencia humana, más que de una intención particular de aporte externo a una comunidad en específico.
(1) Fue la Quinta Montes Molina sobre Avenida Paseo Montejo en la ciudad de Mérida, la sede en la capital para la obra, así como el sitio en donde por primera vez se terminó de articular el dispositivo.