Tres meses de nuevas colecciones en los centros culturales Olimpo, Fernando Castro Pacheco y Museo de la Ciudad de Mérida
Mérida mantiene una vocación de arte gracias al trabajo permanente de sus creadores, y en los próximos tres meses, meridanos y visitantes del extranjero podrán disfrutar colecciones con diferentes lenguajes artísticos.
“De la caricatura a la pintura”, el expresionismo abstracto y la gráfica son tan solo algunas propuestas que se suman a la oferta cultural con la que cuenta la capital yucateca en los centros culturales Olimpo, Fernando Castro Pacheco y en el Museo de la Ciudad.
Puente de arte
En las salas 1 y 2 del Centro Cultural Olimpo, el arte sirvió de puente entre Efrén Maldonado y David Mex en la colección “A Dos Manos. Ka’ap’éel k’ab”, conformada por 34 obras en papel y óleo. La colección es resultado de dos años de trabajo conjunto en el que ambos creadores reflexionaron y dialogaron acerca de su manera de hacer arte a partir de sus puntos de vista particulares, conectando su creatividad.
Conocido por su destreza humorística a la hora de dibujar, Efrén, quien cuenta con 50 años de trayectoria artística, comparte una colección de trabajos en lo que mejor sabe hacer: la caricatura. Sin una temática en particular, en sus obras plasma el constante ejercicio de observación, análisis y síntesis de ideas y formas, son caricaturas en las que se muestran determinados rasgos por medio de la línea.
A su vez, las obras de David Mex —con cuatro décadas de trayectoria— enmarcan en el dibujo y en la ilustración naturalista con gusto por el detalle, su amor por Yucatán. Además del uso de lápices de colores, el artista ha incorporado a su técnica el género del hiperrealismo a través de imágenes de la naturaleza, aves, palmas y frutas de la región.
Encuentro con la ciudad
La sala 3 del Olimpo cobija un ensayo artístico sobre el encuentro en la ciudad, un sitio de relaciones e intercambios donde el espectador puede encontrarse a sí mismo en la mirada del otro.
Curada por el maestro Alberto Arceo, la instalación multidisciplinaria cuenta con 58 obras diversas, en la que cada una encierra la visión de 15 artistas de diferentes latitudes que radican en la misma urbe y exploran, de manera individual, su encuentro con la ciudad.
La fonografía de David Escalante describe un paisaje sonoro efímero y común en la ciudad cada fin de año, mientras que en las pinturas de Ricardo León se atestigua la imagen urbana donde resuenan los fuegos artificiales del nuevo año entre reuniones familiares y coches que se erigen como ruinas sobre las calles.
El artista norteamericano Jeff Colson sugiere la idea de la festividad y precariedad en sus obras y la ucraniana Evgenya Korotchenko evoca en sus cerámicas el paisaje de destrucción de su país natal, por medio de la ruina y su composición.
Reflexionando la forma, la arquitectura y la ciudad se alinean en los trabajos del artista cubano Ernesto García Sánchez, y de los locales Isaac Zambra y Karla Sosa, mientras que de David Escalante destaca la polisincronía, una conexión por inaudita aún posible en el tránsito de la ciudad.
La creadora cubana Claribel Calderius reflexiona sobre el silencio a través de cabezas de yute que asoman y miran fijamente un punto al unísono, mientras la obra de Rafiki Sánchez, esculturas y artefactos para el performance, fueron confeccionadas en henequén y en un impulso por sugerir el cuerpo, evocando igualmente un silencio.
También están las cerámicas de Laura Kirar, las obras de Manuel Mathar (que son apenas un fragmento de un proyecto pictórico de largo aliento emprendido en Yucatán sobre el color y la identidad en tránsito) y la fotografía de Alexa Torre, que recorren el sutil camino del sarcasmo y el humor para hablar del género y el momento que enmarca su urgencia.
Complementan el “Ensayo visual sobre el encuentro” la pintura de Andrea Pasos, Carlos Pliego y Alonso Maza, con lenguajes que permiten pensar en la hibridación desde lo onírico y lo fantástico.
Curada por el maestro Alberto Arceo, la instalación multidisciplinaria cuenta con 58 obras diversas, en la que cada una encierra la visión de 15 artistas de diferentes latitudes que radican en la misma urbe y exploran, de manera individual, su encuentro con la ciudad.
Legado gráfico
A ocho meses de su apertura, el Centro Cultural Fernando Castro Pacheco se ha convertido en punto de reunión obligado para quien visita Mérida y sus habitantes para conocer la vasta producción de uno de los grandes artistas yucatecos.
“De color y eternidad” fue la primera colección que albergó el espacio, ubicado en Paseo de Montejo por calle 39, con producciones de fuerza expresiva, color y calidad que le permitieron al artista insertarse en el circuito nacional del arte.
Ahora, la segunda colección expuesta en el espacio, muestra una lectura del acervo que resguarda la Asociación Civil Fundación Casa Estudio Fernando Castro Pacheco, enfocada al arte gráfico por las técnicas del grabado y la estampa.
El curador Santiago Pérez Garci comparte que además de estos dos elementos, la colección, conformada por 39 trabajos, refleja una carrera que junto a la de muchos colegas de la generación de Castro Pacheco constituye uno de los pasajes más emblemáticos del arte gráfico mexicano.
En “Tradición y contrapunto. El legado gráfico de Fernando Castro Pacheco”, el visitante podrá disfrutar un imaginario de obras que abarcan de 1942 hasta los años sesenta, así como obras emblema como las que realizó para el Taller de Gráfica Popular para una edición llamada “Estampas de la Revolución Mexicana”, obra colectiva de la que el yucateco fue uno de los artistas más prolíficos en la creación de tal edición.
Las exposiciones que alberga el Olimpo y el Centro Cultural Castro Pacheco permanecerán expuestas hasta los primeros días del mes de septiembre del año en curso. En la página www.merida.gob.mx/cultura se pueden consultar los días y horarios de visita.
Expresionismo abstracto
El Museo de la Ciudad de Mérida, ubicado en el antiguo edificio de Correos, es otro de los espacios culturales que cuenta con arte reciente.
La colección “Series y Tonos”, que se abrió en mayo pasado en el marco de la 17.a edición de La Noche Blanca, es una secuencia de lo que ha sido cronológicamente la trayectoria de Hericko Delfín en 25 años por el camino del expresionismo abstracto.
Hericko es un gran observador de su entorno y, aunque ha participado en exposiciones colectivas e individuales, prefiere concentrarse en crear una serie extensa que logre la conjugación de expresión en cada obra.
Además de la pintura sobre óleo, el artista practica una técnica que denomina “tinta quemada” a base de tinta, aire caliente y catalizadores.
La muestra, que estará expuesta hasta agosto, incluye ensambles y urdido sobre madera, óleo y tinta sobre tela y laminado, entre otras técnicas, en más de 30 trabajos provenientes de varias colecciones logradas por el artista a lo largo de su trayectoria, en las cuales predomina el color.
El museo abre de martes a viernes de 9 a. m. a 6 p. m. y sábados y domingos de 9 a. m. a 2 p. m.
La entrada es libre a todas las colecciones y para disfrutar en familia.
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