20 años de carrera escultórica de Marcela Díaz
“Este año cumplo 20 años de ser escultora. Un anhelo de mi vida es hacer una retrospectiva y mirar cómo es la vida cuando uno lo desea y lo decreta… Te cae del cielo”.
Marcela Díaz, la artista plástica reconocida a nivel nacional e internacional por su trabajo con fibras naturales —especialmente el henequén, derivado de su conexión familiar con las haciendas henequeneras desde su infancia— culmina el 2024 con las celebraciones de sus 20 años de carrera, presentando dos exposiciones retrospectivas: “Fibras que hablan… Tierra y memoria” y “Diálogos”.
Entrelazados por el henequén
La exposición “Fibras que hablan… Tierra y memoria”, inaugurada el pasado 27 de noviembre y que está disponible en la sala de exposiciones temporales del Museo de los Ferrocarriles, es una retrospectiva de la carrera de Marcela.
“Todo se confabuló para que verdaderamente cierre las celebraciones de mis 20 años de escultura. Tuve la invitación por parte del director del Museo de los Ferrocarriles, que acaba de inaugurar en octubre. Conversando con él, le platiqué que soy escultora en textiles, especialmente de henequén y, como el ferrocarril fue tan fuerte en Yucatán justamente por esta fibra y las haciendas, le encantó inaugurar la sala de exposiciones temporales de este magnífico espacio con mi exposición.
“Además, dentro del Museo de Ferrocarriles hay una sala donde hablan mucho de la diosa Ixchel y del dios Itzamná, las grandes deidades mayas, que, según la leyenda, son los dioses que le otorgan a los mayas el henequén. Esto me impresionó porque yo tenía dos obras hechas, una dedicada a Ixchel y otra a Itzamná. En ese momento le mostré las fotos al director del museo y me dijo: ‘Marcela, las tengo que tener aquí’, y le dije: ‘Me encantaría que las tuvieras porque parece que ya encontraron su lugar’.
“Estas obras han estado en diferentes espacios, pero han encontrado su hogar y forman parte de lo que es el museo propiamente; me siento feliz de formar parte de algo institucional”.
Diálogos
Del mismo modo, acompañada de Juan Pablo Mier y Terán en la galería Hartii, la exposición “Diálogos” forma parte del cierre de año y las celebraciones de la artista.
“Cuando Juan Pablo me invitó a dialogar con él, decidí hacerlo cromáticamente. Vi que cuadros eligió y pensé: ‘Tengo esta obra en mi taller; voy a poner aquí negro para que dialogue cromáticamente con lo suyo, y aquí voy a poner esto que dialogue con lo otro’. La idea era ese diálogo, no una guerra entre los dos, sino un intercambio respetuoso entre materiales, colores y técnicas completamente diferentes entre sí.
“El diálogo tan hermoso que Juan Pablo y yo logramos en Hartii, nunca lo había hecho con otro yucateco; vibramos con la misma educación, cultura y esencia. Es amigo, estudiamos los dos con Gerda Gruber, tenemos el mismo camino. Él aprecia mi obra y yo aprecio la de él, entonces se permitió este coloquio”.
“Cuando me dejó la sala de atrás, vi un pasillo muy largo. Tenía que poner algo que invitara a la gente a recorrerlo y, que cuando se diera cuenta, ya hubiera llegado a mi sala, al fondo de la galería. Como había esa pared interminablemente larga, dije: ‘Me voy como serpiente, la Kukulkán’. Serpenteando llevo al espectador, que entró a la galería a recorrer y encontrarse con la sala donde creé algo más mío —porque ya no tenía que dialogar cromáticamente con Juan Pablo— las fibras con colores lo más naturales posible.
“También la uso como una ‘senda de vida’. A veces tenemos altas, estamos en el éxito; de pronto algo pasa, te vas abajo, sientes que te vas al fondo y no buscas por dónde salir. Entonces, viene un nudo, un evento fuerte o difícil que tienes que afrontar para crecer y evolucionar.
“En esa habitación están los artificios, muy monumentales. Cada uno tiene su propia alma y razón de haber sido hecho. Si los observas, es como una persona diferente; es una obra única porque estoy pensando en un genérico de una imagen, por ejemplo, de extranjeras, de las mujeres jóvenes, las niñas, las mujeres más maduras o sofisticadas, que les gusta más la moda… puedes ver sus personalidades”.
Mi voz en el diálogo
“La persona que se identifica con alguna obra, con la textura, con el color, con la forma, le ve alguna belleza o particularidad, esa persona, entonces, le pone alma a mi obra y dialoga conmigo… me habla de sí misma. Lo he ido descubriendo a lo largo de mi carrera; a veces los artistas plásticos no tenemos la ocasión de tener contacto con nuestro público.
“Es bien bonito, cuando he tenido la oportunidad, saber lo que sucede. Me motiva mucho oír cómo están conversando con mi alma a través de mi obra. Lo que ven y comentan me ayuda a comprender cosas que pasan dentro de mí. A veces no puedo ver por qué hice eso, por qué le puse esto, pero cuando la gente le pone voz a mi obra y dialoga, entiendo qué sienten con lo que hago. He aprendido mucho de mí misma, casi como una terapia; en lo que ellos ven puedo ver lo que yo estoy expresando”.
Crear desde el ser
“Yo nunca me esperé esto, yo dudé mucho cuando empecé e hice mi primera escultura. El tejido lo tenía desde niña, pero no sabía, ni siquiera cuando estudiaba escultura, que iba a terminar siendo una escultora textil, ni se me ocurrió. Ahora me puedo dar cuenta que fui fiel a mí misma, a pesar de la inseguridad y el miedo. El deseo de crear era tan fuerte dentro de mí que no podía dejarlo a un lado.
“Cuando uno quiere una cosa, tiene que intentarlo a pesar de lo que sea. Tienes que oír esa voz, escucharte, conocerte, buscar dentro de ti y dejarte guiar por tu intuición, porque es tu voz interna… no tengas miedo, no dudes. No hay mejor lugar donde explorar que dentro de ti mismo; fortalecerte a través de tu propio ser”.